Quién soy

Quién soy

“Estamos hechos de la misma sustancia que los sueños”
(W. Shakespeare) 

“Hay que sembrar y cultivar visión en la humanidad. ¿Cómo lograr que el mundo comprenda que es necesario ampliar la propia visión y buscar una perspectiva enriquecedora que mejore y englobe?”

Yo, sinceramente, no lo sé pero… me lo pregunto desde hace tiempo. Y esta pregunta, escuchada en Asís un domingo por la tarde en la primavera del año 2011, me indujo a intentar dar una contribución.

Durante mucho tiempo aplacé la decisión de crear un blog, no tanto para hablar, contar o escribir sobre lo que sabía, o creía conocer, sino para compartir ideas sobre las que desde hace tiempo estoy ahondando en mi vida; ideas que me fascinan porque son magnéticas, porque siento que contienen la semilla de la posibilidad. Si bien inspirándome en ellas, quisiera en realidad basar este diálogo digital entre quien participa en este blog y yo refiriéndome únicamente a experiencias específicas de la vida real fecundadas por dichas ideas. El resto serían sólo conjeturas, especulaciones, ideologías, proyecciones mentales y emocionales.

Al hacerlo, me basaré en los pequeños y breves, pero intensos, momentos de conciencia vividos a lo largo de mi existencia, en las experiencias adquiridas por el mundo, en las personas encontradas en mi camino, en las emociones probadas, en las intuiciones surgidas, así como en mis estudios y en mi constante trabajo de investigación. Recurriré sin distinciones tanto a mi vida personal como a la profesional, a mi ámbito privado como al público, al interior como al exterior.

Me llamo Oscar di Montigny. Nací en Milán, el 31 de agosto de 1969. Soy mánager de un importante grupo bancario italiano, en el que trabajo desde el año 2000 y en el que actualmente desempeño el cargo de Director de Marketing, Comunicación e Innovación, además de haber sido el creador y fundador de la Corporate University.

Un día de 1999, en un momento de conciencia, me di cuenta de que la vida corría tan intensa como inexorablemente, y de que detrás de mí quedaba poco de lo que yo creía haber sido hasta entonces. Por ello, empecé a buscar, a observar, a estudiar, a preguntarme, a reflexionar sobre el hecho de que las respuestas que encontraba a mis preguntas eran, en realidad, preguntas aún mayores.

Ahora, aquí, deseo dejar algunas muestras de los momentos más significativos de mi vida. Para ello, he optado por una palabra, reflexión, y he dado origen a todo. Una reflexión es (como la etimología de palabra misma dice) un “acto cognoscitivo mediante el cual, el espíritu, volviendo a sí mismo, toma conciencia de sus operaciones y de sus caracteres” y es también “la mente que se repliega sobre sí misma“. Sería un bloguero afortunado si, ahora, incluso solo una palabra de las que escriba en este blog provocase en quien la leyese los antedichos dos fenómenos.

Pero un espejo también posee la capacidad de reflexión y, en cuanto instrumento neutro, objetivo, carente de juicio, devuelve siempre la imagen verdadera, real, del sujeto que se contempla en él. Por tanto, estamos hablando del grado máximo de fidelidad posible entre un sujeto que se contempla y la imagen reflejada que él ve de sí mismo: su reflexión (“acto de reflejarse o contemplarse”). Muchas veces en mi vida me he contemplado en un espejo y la imagen que este me devolvía no coincidía nunca con la expectativa (¿convicción?) que yo tenía de mí: yo no era lo que pensaba.

De igual modo, cuando escribo, no creo ser un modelo de nada ni para nadie, y mucho menos poder convertirme en tal. No será, por tanto, esta mi aspiración al escribir; no será este el espíritu que me guiará en la gestión de este lugar virtual.
Y si así lo pareciese, le pido a quien lo note que me lo comunique enseguida. A todo aquel que lea mi blog, le digo …¡gracias!. Gracias porque podremos compartir el bien más valioso que la vida nos regala, el único que, una vez gastado, nadie nos podrá devolver nunca: el tiempo. Por tanto, espero honrar tu tiempo con palabras de calidad.

Sé feliz